A Rebecca le encanta este vestido. Los colores rosa y verde volaban a su alrededor cuando ella corría y saltaba. Pero durante un tiempo nada se movía. Y es que Rebecca enfermó y contrajo la úlcera de Buruli. Lo que la impedía moverse, ponerse su vestido favorito y su sonrisa se apagó durante un tiempo. Hasta ahora.
Nos encontramos en la sala de Rehabilitación y Fisioterapia del Hospital de Gbemontin Zagnanado, en Benin. Carlos, el fisioterapeuta, recibe con una sonrisa a Rebecca. Hoy, después de varias sesiones de rehabilitación, va a intentar volver a andar.
Sus pies aún muestran las cicatrices que la enfermedad le causó, pero la pequeña se dirige decidida hacia las barras, apoya sus manos y, tras unos instantes de duda, vuelve a dar sus segundos “primeros pasos”. El ritmo es lento, pero su sonrisa es enorme. El vestido vuelve a volar, está venciendo a la úlcera de Buruli.
Son historias como la de Rebecca las que nos hacen no desfallecer ante las Enfermedades Tropicales Desatendidas. Nuestros programas de prevención y rehabilitación ayudan cada día a miles de niños y niñas a luchar contra la úlcera de Buruli. Aquellos que más sufren a causa de estas enfermedades.
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